Siddhartha
Herman Hesse
lunes, 10 de diciembre de 2012
Capítulo 12. Govinda
Govinda había escuchado hablar sobre un viejo balsero que no se hallaba muy
lejos de su estancia y decidió ansioso ir en su búsqueda. Al llegar Govinda no
reconoció el rostro de su amigo de la infancia, de su compañero de andanzas.
Siddharta hizo un comentario que puso en evidencia su identidad y pronto
Govinda intentó reconocerlo.
Luego de intercambiar palabras, Govinda le preguntó
si podía decirle algún pensamiento o iluminación que
hubiese vivido. Siddharta rio. Y le dijo que el saber podía ser transmitido, la
sabiduría no.
Capítulo 11. "Om"
Siddharta seguía con su vida de balsero y envidiaba a las personas que
cruzaba por el río, pues ellos tenían lo que él no, el amor de sus hijos. Durante
mucho tiempo siguió sufriendo por la partida de su hijo. Un día Siddharta se
encontraba reflexionando y se percató de que él ahora estaba viviendo lo que
su padre debió vivir cuando el joven brahmán decidió irse con los ascetas, y
pensó cuánto no había sufrido su padre que murió sin haberlo visto de nuevo,
ahora Siddharta el anciano lo vivía.
Tiempo después Siddharta decidió contarle todo lo que sentía a Vasudeva,
quien ya se había vuelto más viejo, le contó todo, incluso las envidias que
sentía por los otros padres y, a medida de que avanzaba en su confesión, se
dio cuenta de que no estaba hablando con Vasudeva, sino con el río mismo.
El viejo Vasudeva llevó a Siddharta a escuchar el río, después de un lapso de
tiempo Siddharta sintió que había terminado de aprender a escuchar. Luego
Vasudeva se despidió de su amigo el balsero y se dirigió al bosque.
Capítulo 10. "El hijo"
El joven Siddharta acudió, muy triste y frustrado, al funeral de su madre,
después quedó a cargo de su padre Siddharta, el balsero. A la llegada del niño
los ancianos tuvieron que repartirse los trabajos, ahora Siddharta era el
encargado del hogar y de cuidar al niño, y el viejo Vasudeva volvió a dedicarse
a cruzar gente por el río.

ricos manjares y a dar órdenes a la servidumbre, y además era muy orgulloso.
Él no aceptaba el vivir con dos ancianos, no se sentía cómodo.
Vasudeva una vez le comentó: “tu hijo no pertenece a este lugar, él debe estar
con los de su edad, con jóvenes, ¿no has pensado en llevarlo a la ciudad para que ahí conviva con niños de su edad?” Todo lo que le decía Vasudeva a Siddharta era porque lo que le diría ya había pasado por su cabeza antes.
Un día el joven Siddharta no soportó más la infinita paciencia de su padre y se soltó diciendo palabras que lastimaron a l viejo Siddharta. En la mañana siguiente el hijo escapó, era evidente que buscaba el camino hacia la ciudad, hacia su antiguo hogar.
Siddharta el balsero, no se quedó tan tranquilo y decidió ir en su búsqueda. Tuvo que construir, con la ayuda de Vasudeva, una nueva balsa y nuevos remos pues el hijo había dejado la balsa al otro lado y roto los remos, para evitar que lo siguieran.
Siddharta cruzando el río corrió para acelerar su búsqueda, llegó al jardín que antes fue de Kamala la cortesana y vinieron a su mente muchos recuerdos, estos causaron el antiguo deseo de morir, volvió en él el Sansara, se curó con el Om.
Los monjes, que se encontraban en el parque, le dejaron a Siddharta dos plátanos, el anciano no los vio. Después sintió cómo la mano de Vasudeva le tocaba el hombro, Siddharta quien estaba hundido en sus pensamientos, despertó y se percató de la existencia de los plátanos, ofreció uno a Vasudeva
y comió el otro. Regresaron a la cabaña.
Capítulo 9. "El balsero"
Siddharta decidió aprender del río, así que se encaminó hacia donde se
hallaba el balsero y le preguntó si podía ayudarlo a cruzar, el balsero, ya
envejecido, aceptó pasarlo a través del río.
El nuevo Siddharta le ofreció sus ropas como paga por haberlo cruzado. También le pidió un lugar donde alejarse y que lo
aceptara como su asistente, su aprendiz.hombre aquel con
Vasudeva aceptó a Siddharta como un huésped y le rogó le contara de dónde
venía y por qué esa ropa le era tan molesta. Así pasaron horas, Siddharta
hablando, y Vasudeva escuchando, pues era una de sus virtudes, saber

ocurrido junto al río, de cómo había intentado quitarse la vida, y de cómo el
sagrado OM lo salvó. Después de una pausa el balsero dijo que el río le había
hablado y que era su amigo, le pidió entonces que se quedará con él, le dijo
que hacía tiempo que su esposa había muerto, por lo tanto no faltaría cama ni tampoco comida.
Siddharta aceptó gustoso y le comentó sus ansias de aprender a escuchar
como él lo hacía, a lo que el anciano le contestó: ‘Lo aprenderás, pero no de
mí. El río me lo ha enseñado y por la tanto será él quien te lo enseñará’.
Así pasó tiempo, Siddharta aprendía del anciano y del río.
Se supo después de la aproximación de la muerte de Gotama, el perfecto. Por
tanto muchos monjes viajaban para ver al Buda. Entre ellos hubo una mujer
acompañada de un niño, era Kamala, la que antes había sido una de las más
hermosas cortesanas, ahora era peregrina, pues donó su jardín a Gotama y se
unió a su doctrina.
Kamala se paró a descansar por un momento, entonces dio un grito al aire,
algo la había picado, una serpiente. Vasudeva advirtió los gritos de aquella
mujer y la llevó a la cabaña. El rostro de aquel niño se le hizo familiar, y cuando
vio a Kamala, a quien reconoció de inmediato a pesar de existencia de canas
en su cabellera, se percató de que ese niño era su hijo.
Ya era tarde para salvar la vida de Kamala, le dieron un brebaje para que
recuperara la conciencia. Ella reconoció de inmediato a Siddharta, ya más
viejo, pero con la misma mirada de aquel samana que se acercó a ella hacía
más de veinte años.
Kamala murió en la misma cama donde ya hacía tiempo murió la esposa del
balsero. El joven Siddharta quedó ahora en custodia del anciano Siddharta, de
su padre.
Capitulo 8. "Junto al río"
En este capítulo Siddharta se encuentra en una desesperación, se sentía hastiado, enfadado con el mismo, llegó a tal punto que decidió quitarse la vida en el río que años atrás había cruzado encaminado a una nueva vida, allí decidió morir. Se sumergió paulatinamente en el río, convencido de que su vida terminaría allí, convencido de que por fin encontraría la paz anhelada, pero en el momento que su cuerpo estaba completamente sumergido, Siddharta escuchó una palabra, una sílaba que hacía ya mucho que sus oídos
no escuchaban, el Om. En ese momento despertó de un salto el espíritu que se hallaba dormido, después de tantos años despertó, volvió.
Después de un rato se recostó a un lado de un cocotero y se dejó vencer por el sueño, que fue tan profundo como ninguno, como hace mucho no tenía.
Despertó y sintió que habían pasado años, veía el mundo con otros ojos,
vio al lado suyo a un monje rapado con túnica amarilla, se le hizo conocido, ¡claro, era Govinda, su viejo amigo! Luego de tantos años volverse a encontrar a su fiel amigo, a su compañero de andanzas, quien lo había dejado por permanecer en la doctrina del Buda, del perfecto.
Govinda despertó y le contó que el se había dado cuenta de que el estaba durmiendo en un lugar inseguro, decidió despertarlo pero, como su sueño era tan profundo, optó mejor por hacerle guardia pero también a él le había vencido el sueño. Govinda no reconoció a Siddharta, pues este ahora vestía ropajes lujosos y calzados finos. Después de intercambiar algunas palabras, Govinda se despidió de su amigo y reanudó su marcha con los otros monjes. Siddharta comenzó a pensar, de principio no lo deseaba pero se obligó. Reflexionó que todo lo que había hecho, el sabía desde su niñez que era malo,
ahora lo había vivido. Siddharta se quedó junto al río pues sentía un gran afecto hacia él.
Capítulo 7. "Sansara"
Este capítulo relata lo que sucede con Siddhartha siendo ya un
comerciante. Siddhartha vivía como un rico, se bañaba con aguas perfumadas,
comía dos veces al día y vestía finos vestidos y calzados lujosos, pero en el
fondo seguía siendo un samana, el meditar, el pensar y el ayunar seguían
rigiendo su vida.
La gente acostumbraba visitarlo para pedirle dinero y consejos, ninguna
persona había logrado acercarse a él, solo la tan hermosa Kamala, a
quien Siddharta visitaba con frecuencia. Al paso del tiempo Siddhartha fue
adquiriendo actitudes propias de la gente rica, pero este no lo advertía, y, entre
más se iba pareciendo a los hombres más envidiaba esa virtud que nos es
dada por naturaleza: la capacidad de amar.
Los sentidos que el samana durmió por tantos años estaban despertando,
se agudizaban, a consecuencia el deseo de la búsqueda incesante del yo,
del Atman, que no es ni cuerpo ni conciencia, se apagaba. Había aprendido
a deleitarse de los platillos finos, incluso comía carnes y bebía vinos, había
aprendido a jugar a los dados y a estar con una mujer. Siddharta comenzaba a
incorporarse al mundo, ahora practicaba la lujuria, la gula, la pereza pero sobre
todo el tan absurdo pecado de la avaricia.

juego de dados. Ya no jugaba solamente por
diversión, sino que lo hacía con pasión y furia,
había llegado al límite, y fue desde ese momento
cuando el samana desapareció, se marchó de su
alma. Se encontraba en el círculo del Sansara.
Después de años sumidos en los peores pecados que un hombre pudiera
cometer, Siddharta se cansó y decidió irse,ya no quería seguir.
Kamaswami se sorprendió de la desaparición de Siddharta, pues este se
había ido sin avisar, Kamala, por el contrario ya advertía su partida. Pocos
días después Kamala se da cuenta de que quedó embarazada por el último
encuentro que tuvo con Siddhartha.
Capítulo 6. "Con los humanos"
El brahmán se dirige al sitio en donde se encontraría con el hombre de
negocios. Al llegar Kamaswami le hace una serie de preguntas que Siddhartha
contesta con inteligencia.
Siddhartha fue aceptado por el comerciante, por lo que no tardo mucho en participar
en los negocios de Kamaswami, siendo después su más sabio consejero. Para
Siddhartha los negocios no significaban nada, solo eran un juego, lo que más le
importaba era aprender los conocimientos que Kamala le podía enseñar, ese era su
nuevo objetivo, el nuevo sentido de su vida.
Kamaswami no podía aceptar la indiferencia de Siddhartha hacia los negocios,
entonces decide darle una tercera parte de los beneficios pero si ocurría una pérdida
el debía de pagar la tercera parte de la deuda. Siddhartha sigue demostrando
indiferencia hacia los negocios.
En una ocasión Siddhartha se encaminaba a un pueblo para recibir una mercancía,
al llegar se entera de que algún otro comérciate se le había aventajado y el asceta
decide quedarse unos días a descansar en aquel lugar. Cuando llega es recibido con
regaños de parte de su amigo el comerciante a quien le explica que si se hubiese
venido inmediatamente, enojado y frustrado el viaje en verdad sería una pérdida de
tiempo.
Siddhartha aun no se apasionaba con los negocios.
Kamala seguía instruyendo al joven brahmán, el seguía aprendiendo, y ella disfrutando
de la sabiduría de aquel samana y, después de un tiempo llegó a entender más a
Siddhartha que el mismo Govinda.
Un día Kamala le dice a Siddhartha ‘eres el mejor amante que he conocido y cuando
sea mayor quiero tener un hijo tuyo, a pesar de que se que eres un samana y no amas
a nadie’.
Siddhartha le contesta ‘tu y yo somos iguales, no amamos, las personas comunes si
saben hacerlo, ese ha de ser su secreto’.
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