Capítulo 9. "El balsero"
Siddharta decidió aprender del río, así que se encaminó hacia donde se
hallaba el balsero y le preguntó si podía ayudarlo a cruzar, el balsero, ya
envejecido, aceptó pasarlo a través del río.
El nuevo Siddharta le ofreció sus ropas como paga por haberlo cruzado. También le pidió un lugar donde alejarse y que lo
aceptara como su asistente, su aprendiz.hombre aquel con
Vasudeva aceptó a Siddharta como un huésped y le rogó le contara de dónde
venía y por qué esa ropa le era tan molesta. Así pasaron horas, Siddharta
hablando, y Vasudeva escuchando, pues era una de sus virtudes, saber

ocurrido junto al río, de cómo había intentado quitarse la vida, y de cómo el
sagrado OM lo salvó. Después de una pausa el balsero dijo que el río le había
hablado y que era su amigo, le pidió entonces que se quedará con él, le dijo
que hacía tiempo que su esposa había muerto, por lo tanto no faltaría cama ni tampoco comida.
Siddharta aceptó gustoso y le comentó sus ansias de aprender a escuchar
como él lo hacía, a lo que el anciano le contestó: ‘Lo aprenderás, pero no de
mí. El río me lo ha enseñado y por la tanto será él quien te lo enseñará’.
Así pasó tiempo, Siddharta aprendía del anciano y del río.
Se supo después de la aproximación de la muerte de Gotama, el perfecto. Por
tanto muchos monjes viajaban para ver al Buda. Entre ellos hubo una mujer
acompañada de un niño, era Kamala, la que antes había sido una de las más
hermosas cortesanas, ahora era peregrina, pues donó su jardín a Gotama y se
unió a su doctrina.
Kamala se paró a descansar por un momento, entonces dio un grito al aire,
algo la había picado, una serpiente. Vasudeva advirtió los gritos de aquella
mujer y la llevó a la cabaña. El rostro de aquel niño se le hizo familiar, y cuando
vio a Kamala, a quien reconoció de inmediato a pesar de existencia de canas
en su cabellera, se percató de que ese niño era su hijo.
Ya era tarde para salvar la vida de Kamala, le dieron un brebaje para que
recuperara la conciencia. Ella reconoció de inmediato a Siddharta, ya más
viejo, pero con la misma mirada de aquel samana que se acercó a ella hacía
más de veinte años.
Kamala murió en la misma cama donde ya hacía tiempo murió la esposa del
balsero. El joven Siddharta quedó ahora en custodia del anciano Siddharta, de
su padre.
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