lunes, 10 de diciembre de 2012


Capítulo 10. "El hijo"

El joven Siddharta acudió, muy triste y frustrado, al funeral de su madre,
después quedó a cargo de su padre Siddharta, el balsero. A la llegada del niño
los ancianos tuvieron que repartirse los trabajos, ahora Siddharta era el
encargado del hogar y de cuidar al niño, y el viejo Vasudeva volvió a dedicarse
a cruzar gente por el río.
El pequeño Siddharta era un niño muy malcriado, estaba acostumbrado a los
ricos manjares y a dar órdenes a la servidumbre, y además era muy orgulloso.
Él no aceptaba el vivir con dos ancianos, no se sentía cómodo.
Vasudeva una vez le comentó: “tu hijo no pertenece a este lugar, él debe estar
con los de su edad, con jóvenes, ¿no has pensado en llevarlo a la ciudad para que ahí conviva con niños de su edad?” Todo lo que le decía Vasudeva a Siddharta era porque lo que le diría ya había pasado por su cabeza antes.
Un día el joven Siddharta no soportó más la infinita paciencia de su padre y se soltó diciendo palabras que lastimaron a l viejo Siddharta. En la mañana siguiente el hijo escapó, era evidente que buscaba el camino hacia la ciudad, hacia su antiguo hogar.
Siddharta el balsero, no se quedó tan tranquilo y decidió ir en su búsqueda. Tuvo que construir, con la ayuda de Vasudeva, una nueva balsa y nuevos remos pues el hijo había dejado la balsa al otro lado y roto los remos, para evitar que lo siguieran.
Siddharta cruzando el río corrió para acelerar su búsqueda, llegó al jardín que antes fue de Kamala la cortesana y vinieron a su mente muchos recuerdos, estos causaron el antiguo deseo de morir, volvió en él el Sansara, se curó con el Om.
Los monjes, que se encontraban en el parque, le dejaron a Siddharta dos plátanos, el anciano no los vio. Después sintió cómo la mano de Vasudeva le tocaba el hombro, Siddharta quien estaba hundido en sus pensamientos, despertó y se percató de la existencia de los plátanos, ofreció uno a Vasudeva
y comió el otro. Regresaron a la cabaña.

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